Para ponernos más cerca de los enigmas de la dicha de esta embriaguez debemos volver a cavilar acerca del hilo de Ariadna. ¡Cuánto placer en el mero acto de desenrollar una madeja! y este placer está profundamente emparentado tanto con el de la embriaguez como con el de la creación. Seguimos adelante: pero no sólo descubrimos los recovecos de la caverna en que nos aventuramos, sino que disfrutamos de la dicha del descubrimiento únicamente al ritmo de esa ventura que consiste en devanar una madeja. ¿No es semejante certeza de una madeja ovillada con mucho arte, y que nosotros devanamos, la dicha de toda productividad, por lo menos de la que tiene forma de prosa? Y en el hasheesh somos criaturas de prosa que gozan en grado sumo.
jueves, 23 de noviembre de 2017
Benjamin - La embriaguez y la creación
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