Transmisores y receptores
La ciencia real puede ser por mucho más extraña
que la
ciencia ficción y también mucho más satisfactoria.
Stephen
Hawking
“The Cosmos
and Me,” The Sunday Telegraph (1998)
Las células cerebrales pueden tener muchas ramificaciones y
sub-ramificaciones extendiéndose hacia el exterior desde un núcleo central.
Cuando la ramificación de una célula se cruza con la ramificación de otra
célula se puede crear una unión, una conexión. En un lado de la conexión hay
sistemas de almacenamiento en donde se encuentran las moléculas mensajeras llamadas
neurotransmisores. Cuando un impulso eléctrico viaja por una ramificación de
una célula nerviosa, llega a la conexión y hace que estos sistemas de
almacenamiento liberen sus neurotransmisores en el espacio entre las células.
Estos mensajeros viajan a través de este espacio y llegan a acoplamientos específicos
en el otro lado llamados receptores –en donde encajan como lo hace una llave en
una cerradura. Esta llave química puede
desencadenar una serie de eventos en cascada en la célula, incluyendo
desactivar nuevos impulsos eléctricos en el otro lado de la conexión o activar
genes para producir proteínas.
Hay túneles por toda la pared celular conectando el interior
con el exterior y en ocasiones estos túneles contienen diferentes sitios de
unión. Si una droga se enlaza con uno de estos sitios el túnel puede
bloquearse. Esto puede detener la
concentración de sales que se mueven de adentro de la célula hacia afuera y
viceversa. La molécula mensajera puede enlazarse a su receptor en la superficie
de la célula y abrir la llave de la cerradura pero mientras el túnel esté
bloqueado no se puede efectuar ningún impulso eléctrico.
Bloqueando el túnel
La ketamina se enlaza a los receptores (llamados receptores
PCP por razones históricas) dentro de los túneles y causa un bloqueo. El extremo final del túnel está unido a un
receptor de glutamato (llamado receptor
NMDA) en la superficie de la célula. Todo este complejo es conocido como receptor
NMDA-PCP o receptor N-P. La parte “N” está en el exterior y encaja con el
glutamato, y la parte “P” está en el interior del túnel y se enlaza con la
ketamina. También hay sitios de unión para otros químicos, como el magnesio,
que bloquea el mismo túnel. El complejo es como una gran estación espacial con
muchas zonas de aparcamiento para diferentes naves.
Alguna vez se pensó que los receptores sigma eran los mismos
que los receptores PCP y que estos eran receptores opioides. Ahora sabemos que
los receptores sigma son entidades completamente diferentes.
El receptor N-P juega un rol importante en el pensamiento,
la memoria, las emociones, el lenguaje, las sensaciones y la percepción. La
ketamina tiene efectos en todas estas áreas, cambiando la forma en que la información
entrante se integra o también bloqueándola.
El glutamato es un mensajero excitatorio. Activa la célula,
accionando un impulso eléctrico. La ketamina contrapone esta acción mediante el
bloqueo de los túneles de la célula. La ketamina también tiene efectos directos
y/o indirectos en los sistemas opioides, dopaminérgicos, serotoninérgicos,
cannabinoides, del óxido nítrico, noradrenalinérgicos, sigma, GABA (ácido y-aminobutírico, un
mensajero inhibitorio) y los acetilcolinérgicos, entre otros. Todas ellas
diferentes tipos de moléculas mensajeras. Según la dosis aumenta, la droga se
vuelve más promiscua y se enlaza} con más y más tipos de receptores. También hay
efectos hormonales, como la liberación de cortisol.
Las células más grandes en el cerebro liberan glutamato como
mensajeros. Las más pequeñas balancean
estos liberando GABA. Estos mensajeros excitatorios e inhibitorios son entre
otros los más comunes y más importantes en el cerebro. Son otro ejemplo del
principio de encendido/apagado que se ha dicho opera desde niveles subatómicos
subiendo hasta aquellos del universo mismo.
Inhibiendo una célula por el bloqueo de sus receptores N-P
no tiene como resultado un “apagado” en el cerebro. La célula pudo haber
liberado el mensajero inhibitorio GABA. Si esta inhibición es eliminada, la
siguiente célula en la cadena se vuelve muy activa, en lugar de inhibirse
también. El glutamato también puede excitar en otros receptores, no sólo en los
N-P, y puede excitar el cerebro de esas otras formas. Esto explica el porqué
del que la parte superior del cerebro se vea tan iluminada -con dosis altas de
ketamina- en los escáneres, como se pudo ver en la investigación de
Vollenweider y sus colegas.
Las similitudes entre las ECM (Experiencias cercanas a la
muerte) y las experiencias con ketamina sugieren que algunas experiencias
cercanas a la muerte podrían deberse al bloqueo de los receptores N-P. Una repentina caída de los niveles de oxígeno
o de azúcar (por ejemplo), resultado de una interrupción del suministro de
sangre durante un ataque cardiaco, se ha visto que causa una gran liberación de
glutamato. Los ataques epilépticos, las lesiones en la cabeza y mucho dióxido
de carbono también pueden producir esta liberación de glutamato. Mucho
glutamato puede sobreexcitar una célula hasta el punto de que ésta muera. La
ketamina puede prevenir un daño cerebral por el mismo mecanismo con el cual produce sus
efectos psicodélicos: bloqueando los túneles, así la “inundación” de glutamato
no puede entrar a la célula.
Este descubrimiento me ha llevado a predecir que el cerebro
podría tener un mecanismo de protección natural contra la liberación excesiva
de glutamato. Esta protección podría ser por medio de un bloqueo natural de los
túneles. El bloqueo resultante produciría efectos psicodélicos como los de la
ketamina de manera natural. De esta manera se enlazan los dos fenómenos.
Mientras una persona está teniendo una ECM el cerebro se preserva así mismo del
daño. El enlace es el bloqueo del túnel, un bloqueo que puede ocurrir naturalmente,
por ejemplo como una respuesta protectora del cerebro si los niveles de oxígeno
bajan después de un ataque cardiaco, o puede ocurrir también por medio de la
acción de la ketamina. Es este bloqueo el que resulta en una ECM, no la
inundación de glutamato. El grado de daño y el estado mental que resulta
depende del balance final entre fuerzas protectoras y fuerzas toxicas, una
forma de batalla entre “el bien y el mal” a nivel químico.
A pacientes que tuvieron niveles muy bajos de oxígenos
durante periodos largos y que tuvieron una profunda experiencia cercana a la
muerte, algunas veces han sobrevivido de estos episodios con la función
cerebral intacta, para el asombro de sus doctores. La ausencia de daño puede
ser resultado de un mecanismo muy efectivo del bloqueo de la sobreexcitación.
Así que la gente que ha tenido una ECM está menos propensa a tener daño
cerebral cuando el flujo de sangre ha
sido disminuido de manera crítica. Estos pacientes pueden ser del mismo grupo
que aquellos que han reportado “fenómenos emergentes” después de administrarles
ketamina. Según Michael Sabom, autor de Recollections
of Death: a Medical Investigation, cerca del 40% de la población han tenido
alguna forma de ECM, aunque una investigación en el hospital Maudsley en
Londres de Peter Fenwick y aún sin publicar, muestra un porcentaje
mucho menor para aquellos que han sufrido “muerte clínica”. El porcentaje de
aquellos que han tenido fenómeno de emergencia después de habérseles
administrado ketamina en anestesia también ronda el 40% en muchas
investigaciones.
Traducción de un extracto del libro Ketamine: Dreams and Realites, de Karl Jansen.