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miércoles, 1 de junio de 2016

El DMT en la literatura mexicana.

"Pero puta qué chingón el DMT. Es un puto polvo que se espolvorea en un charro de mortadela. Pero con tres toques ya estás como en la parte más alta de un viaje: cinco minutos así y luego veinticinco minutos bajando despacito. Media horeja de efecto, le dicen el coffeebreak trip. Así es que imagínense quemar DMT en viaje. O darse más de cuatro tocadores, sin viaje. Ah pues un gabacho que se llama Bernie me contó que él una vez se dio como siete u ocho trises de DMT, no, más: se quemó un charro entero de DMT. Le tenían que sostener el cigarro y luego la bacha en la boca porque él ya no podía ni alzar la mano. Bueno, pues cámara con Bernie, que empieza a ver un una especie de túnel interminable. Por ahí empezó a camellear hasta que llegó a una puta sala donde estaban siete culeros con barbas y túnicas negras y con el aire más azotador del mundo. Se le quedaron viendo y le dijeron con que eres tú el huevón que anda experimentando con el ácido y la chingodelia, ¿no?, pues ya llegasta hasta dónde esperabas llegar. Y te vamos a aventar este otro patadín, matador: aquí te vas a quedar para siempre. ¡Hijo de su pinche madre! Por suerte, no se quedó, pero cuando regresó con los cuates al desmadre, dijo amor amor y trabajo y comprensión y humildad y alguien que me explique qué chingaos es esto."

JOSÉ AGUSTÍN, (1973) Se está haciendo tarde (final en laguna).

(Esta, posiblemente, fue la primera vez que se mencionó al DMT y describen sus efectos en la literatura mexicana.)