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lunes, 29 de marzo de 2021

A. Abulafia y la destrucción del lenguaje como medio para la experiencia mística

 “Ahora comienza a combinar pocas o muchas letras, a permutarlas y combinarlas hasta que tu corazón entre en calor. Presta mucha atención a los movimientos de las letras y a los que tú puedes producir al moverlas. Y cuando sientas que tu corazón ha entrado en calor y veas que por medio de la combinación de letras puedes percibir cosas nuevas que no podías conocer por tradición ni por ti mismo, cuando estés preparado para recibir la corriente de fuerza divina que fluye hacia ti, entonces utiliza toda la profundidad de tu verdadero pensamiento para imaginar en tu corazón el Nombre de Dios... Todo tu cuerpo se verá poseído de un violento temblor y pensarás que estás a punto de morir, pues tu alma, colmada de júbilo por el conocimiento adquirido, abandonará tu cuerpo. Y prepárate para elegir conscientemente la muerte, y entonces sabrás que avanzaste lo suficiente como para recibir el flujo divino” (A. Abulafia. Cf. Las Grandes Tendencias del Misticismo Judío)

domingo, 9 de febrero de 2020

Fragmentos de filosofía, lenguaje y la experiencia psicodélica.



Marquard: "La filosofía sin experiencia es vacía, la experiencia sin filosofía es ciega. "

Esta madrugada, el filósofo español Ocaña y la cita de Marquard sobre la filosofía de la experiencia me han hecho recordar esa otra cita de Gabriela Milone: "la etimología de 'experiencia' alude a una prueba extrema, una salida de sí, un enfrentarse con lo desconocido; implica una relación paradójica con el lenguaje en tanto éste no puede dar cuenta cabalmente de lo experimentado; y de este modo, vinculamos la experiencia con la inmediatez, imposibilidad e inaccesibilidad".


Anudo la experiencia límite, la experiencia psicodélica eleusiana como una parte esencial de la primera pregunta por el Ser en el surgimiento de la filosofía griega a través del ritual de la muerte psicológica mistérica. La famosa cita de Aristóteles sobre los Misterios: "la experiencia del iniciado, indica la dignificación del sujeto no por aprendizaje sino por un sufrir de un proceso de transformación", resulta muy pertinente. Cicerón pone atención en la destrucción e iniciación de la experiencia de los ritos mistéricos: "así en verdad hemos aprendido algo sobre el inicio de la vida y hemos obtenido fuerza no sólo para vivir felizmente sino para morir con dignidad. "

Ya Damascio, a partir de esta experiencia puede enunciar la falla del lenguaje, lo que "excede totalmente la jerarquía de la realidad". Platón escribió: "Desde luego que yo no he escrito nada sobre esas cosas, y nunca lo escribiré; porque este conocimiento no es en modo alguno comunicable..."




Cuando Platón define a la filosofía como un aprender a morir, habla de la experiencia de muerte ritual eleusiana, pero aún así el origen de esta filosofía primera que es siempre una filosofía de la experiencia no inicia ni termina con él. Se habla de cada filósofo y filósofa como hierofante y poeta también. 



Aunque la intención sea más notoria en los neoplatónicos, que dejaron bien clara su posición de realizar la distinción entre una filosofía como forma de experiencia y el discurso filosófico (que aumentaba en los primeros siglos cristianos) . La tarea contemplativa del filósofo/hierofante/poeta de los orígenes de la filosofía primera fue siempre "trascender las limitaciones impuestas por lo sensorial y el razonamiento discursivo."Los neoplatónicos se convirtieron casi todos en hierofantes, los sacerdotes que guiaban las ceremonias eleusinas y aquellos de los que Platón dijo eran los únicos que podían hacer filosofía de la forma correcta.


Pero si Platón y Aristóteles dejaron claro la no escapatoria del sentimiento de falta al tratar de dar un acercamiento a lo que sólo se aprehende por la experiencia, Plotino sí escribió sobre "esas cosas" y la experiencia mistérica/psicodélica se encuentra en toda su obra. Plotino en "La inefabilidad de la contemplación de lo Uno" se pregunta:



"¿Cómo es entonces que no permanecemos allá arriba?"



Ahora, al tener el discurso místico (el relato, lo escrito de la experiencia de unión con el Todo/Uno) una finalidad persuasiva, exhortativa y anagógica implica, a su vez, la experiencia mística del que indica el camino. Podemos apreciar, pues, que la relación entre experiencia y discurso místicos resulta ser de implicación mutua, en la medida en que la experiencia propia de Plotino se revela como condición necesaria para su discurso pero este, a su vez, es presentado como la instrucción que permitirá a quienes son mentados por él a que lleguen, por sí mismos, a la experiencia, final del camino (Encuentro momentáneo con la Verdad, que sólo se llega a través, como dijo Weil, de un proceso de total humillación). Entonces, la función creativa de la mística plotiniana es doble: cada uno de los modos en que la entendemos, es decir, tanto el discurso como la experiencia, posee su impulso generador: la experiencia engendra el discurso y el discurso posibilita la simbolización de la experiencia y así fundarla en lo simbólico.


Heráclito, el oscuro, el hierofante: "Y a las cosas todas las timonea el rayo."



viernes, 7 de febrero de 2020

Dickinson Plant Person

Here is a little forest,
Whose leaf is ever green;
Here is a brighter garden,
Where not a frost has been;
In its unfading flowers
I hear the bright bee hum:
Prithee, my brother,
Into my garden come!

Plant Person es un concepto creado por Dale Pendell que le va perfecto a Emily Dickinson. En su herbolarium, que fue recuperado hace poco y la Harvard University ha digitalizado, se encuentra un ejemplar de cannabis macho





Forbidden Fruit a flavor has
That lawful Orchards mocks --
How luscious lies within the Pod
The Pea that Duty locks --

I started Early -- Took my Dog --
And visited the Sea --
The Mermaids in the Basement
Came out to look at me --
And Frigates -- in the Upper Floor
Extended Hempen Hands --
Presuming Me to be a Mouse --
Aground -- upon the Sands

But no Man moved Me -- till the Tide
Went past my simple Shoe --
And past my Apron -- and my Belt
And past my Bodice -- too --

And made as He would eat me up --
As wholly as a Dew
Upon a Dandelion’s Sleeve --
And then -- I started -- too --

And He -- He followed -- close behind --
I felt His Silver Heel
Upon my Ankle -- Then my Shoes
Would overflow with Pearl

Until We met the Solid Town --
No One He seemed to know --
And bowing -- with a Mighty look--
At me -- The Sea withdrew--

domingo, 3 de marzo de 2019

Meditaciones sobre la experiencia psicodélica




“Eyes spiritualised by death can judge.”

Yeats



Después de algunos de sus experimentos con mescalina, el poeta Henri Michaux hace una recomendación que resulta valiosa para aquellos que se enfrentan a la experiencia psicodélica: “La autoentrega es el secreto para atravesar lo enloquecedor.” 

Existe un umbral en la experiencia psicodélica en el cual las últimas estructuras imaginarias y simbólicas que constituyen nuestra percepción de lo que llamamos realidad se terminan por derrumbar, entonces uno se encuentra sumergido en el desdoblamiento hacia el inconsciente con casi nada a que asirse. Encontrarse abismado en lo que Lacan llamó inconsciente a cielo abierto es para muchos el horror de lo enloquecedor. Kierkegaard llamó enfermedad mortal a una desesperación de no poder morir, quién desespera no puede morir, por lo que vive la muerte eternamente sin poder pasar hacia un más allá de ella, la enfermedad mortal es lo enloquecedor. Son bien conocidas, en la experiencia psicodélica, la sensación de estar atrapado en un bucle temporal infinito, el no-tiempo, que se experimenta como el puro temor a la locura del inconsciente atemporal. La autoentrega es lo contrario a la desesperación: es la humildad de la finitud, de la aceptación de encontrarse a sí mismo “en el absoluto desgarramiento del espíritu” (Simone Weil: el único camino posible hacia la Verdad), la aprehensión de la muerte –el desvanecerse del instante: una entrega total a la Nada abismal; que resulta siempre más difícil cuanto mayores sea nuestros apegos imaginarios y simbólicos, cuanto mayor sea nuestra desesperación. Walter Benjamin lo puso así: "la muerte está entre mí y la embriaguez, …y un camino nevado más allá de la embriaguez; ese camino es la muerte."


Hegel en la Fenomenología...
"Pero la vida del espíritu no es la vida que se asusta ante la muerte y se mantiene pura de la desolación, sino la que sabe afrontarla y mantenerse en ella. El espíritu sólo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a sí mismo en el absoluto desgarramiento."

Desde tiempos de los Misterios Eleusinos, el fenómeno principal de todo el ritual para el sujeto que asistía era el de experimentar una muerte y renacimiento psicológico típico de los estadios más altos de los psicodélicos, una experiencia mística. No sólo Platón decía que los hierofantes (los sacerdotes que preparaban la bebida enteogénica y dirigían laliturgia) eran los verdaderos filósofos. También en varias ocasiones en palabras de Sócrates escribe que la finalidad  del filósofo es "aprender a morir" y en sus escritos se encuentran numerosas menciones a la experiencia de muerte que se veía en Eleusis. La tradición filósofo/hierofante platónica continuó hasta los neoplatónicos, los cuales la mayoría con gran entusiasmo se dedicaron a desentrañar la "experiencia" (y al menos Plotino, a tratar de escribirla), que era la experiencia de lo Uno, la experiencia del Ser/Nada. La gran mayoría de ellos tuvo el cargo de hierofante en los últimos días de existencia de los misterios, antes del advenimiento del cristianismo.

Con Heidegger es con quien regresamos a la filosofía hierofante pre-socrática: a la temporalidad del Ser. Uno no puede negar que la experiencia psicodélica, en su "desgarramiento" y "destrucción" de todo el sistema simbólico e imaginario del sujeto motiva el pensar la pregunta por la Verdad del Ser. A través de la experiencia de muerte/renacimiento psicológico por la vía farmacológica se puede llegar a la posición de asumir el "ser-para-la-muerte" heideggeriano: después de la experiencia el "ser ahí" se vincula heroicamente con su finitud y la asume, dejar de entender el serl-en-el-mundo como un accidente exterior, para verlo como aquello que viene desde su interior.


Mario Manjarrez, 2018

sábado, 28 de abril de 2018

Oscar Wilde y su experiencia con el óxido nitroso.


Oscar Wilde le envía una carta a William James (quien también dijo haber comprendido la filosofía hegeliana sólo después de una experiencia psicodélica con óxido nitroso) a finales del siglo XIX, cuando este último realizaba su investigación sobre los efectos del óxido nitroso en artistas y científicos. Wilde responde:

Una mañana de junio, o no más tarde de finales de mayo de 1895, fui a un dentista frente al Colegio Balliol, para que me extrajera un diente. Nunca antes había consumido este “gas de la risa”, y nunca lo he vuelto a hacer desde entonces. Mi experiencia fue, con tanta precisión como puedo recordar a esta distancia de tiempo, la siguiente:
Ya sea por ponerme un propósito en particular, o para distraer mi mente del incómodo proceso de "quedarme inconsciente", decidí tratar de observar de forma muy cuidadosa los cambios en mi estado de consciencia.
Me di cuenta que lo que sucedió después fue que el contenido de la consciencia, la percepción, los sentidos, gradualmente se redujeron, hasta que casi llegué, aunque no del todo, al vacío e incoloro hecho de la existencia de la consciencia casi divorciada de toda percepción. En ese momento, por supuesto, apenas estaba en condiciones de observar con precisión, pero cuando reflexioné después sobre el asunto, me pareció que había pasado un tiempo absurdamente largo en ese estado, y luego, de repente, cuando lo deseaba, pero menos me lo esperaba, me “apagué", como una vela sofocada.
Lo siguiente que percibí fue, ¡quién lo diría, por dios, lo sabía todo! una ráfaga de soluciones obvias y absolutamente satisfactorias a todos los problemas posibles invadió todo mi ser, y una unificación total de los hasta ahora contradictorios y aparentemente diversos aspectos de la verdad tomaron posesión de mi alma a la fuerza. Lo más extraño, fue que pude reconciliar el hegelianismo en sí con todas las otras escuelas de filosofía en alguna síntesis superior y esto me provocó una gran corriente de alegría a través de toda mi consciencia.
Luego, en un instante, a este estado de éxtasis intelectual le siguió uno que nunca olvidaré, porque para mí era aún más novedoso que el otro, es decir, un estado de éxtasis moral. Me invadió un inmenso anhelo de llevar esta verdad al mundo frágil, apesadumbrado y afligido en el que había vivido. Me imaginé a mí mismo con justificado orgullo al darme cuenta cómo no podían dejar de reconocerla como la gran Verdad al escucharla, y vi que los profetas anteriores que habían sido rechazados lo eran sólo porque las verdades con las que volvían eran sólo parciales y por eso no eran convincentes. Tenía aquí un bálsamo para todas las heridas, y la esperanza de cómo toda la humanidad se amontonaría para bendecir al portador casi me intoxicó. Pero al mismo tiempo sentí que me moría en ese justo momento y que entonces no sería capaz de contarle esto a nadie. Nunca me había preocupado mucho por la vida, pero fue entonces cuando oré y me esforcé por vivir, como nunca antes había orado y luchado. Sin embargo, parecía en vano luchar por la vida, y cuando me estaba resignando a la extinción sobrevino una inmensa sensación de alivio de un obstáculo que había cedido sobre mí. Esto fue sucedido, por supuesto, por otro ataque de éxtasis filantrópico. Cinco o diez segundos más, y debería poder hablar, y el mundo sería redimido de verdad, ya sea que viviera o no. Fue un momento de dicha suprema, superando a los estados anteriores. De pronto observé en una especie de escenario rosado a un hombrecito también de color rosa y de rostro amable que parecía reconocer. ¿Quién podría ser? Luego, a medida que el hombrecillo rosa se hacía cada vez más grande y menos rosado, y yo volvía al estado normal de consciencia (porque esa era la sensación), escuché una voz, al parecer no la del hombrecillo rosa, sino la de alguien que estaba fuera de mi campo de visión: "Hubiera sido un trabajo duro sin el ascensor." Estas palabras me dieron poder para hablar, y grité en voz alta: "Hubiera sido un trabajo duro sin el ascensor; ¡he descubierto algo de metafísica!" Apenas había dicho estas palabras, se burlaron de mí. La Verdad se había evaporado, como un sueño olvidado, y me había dejado con frases entrecortadas en los labios y un deleite pálido en el corazón. El dentista me preguntó si acaso padecía de insuficiencia hepática, y el pequeño hombre rosa, el doctor, me recomendó que me fuera a tomar un poco de aire. Desde entonces, las sombras de la prisión se han cerrado a mi alrededor, y el profesor Caird sigue reinando sin oposición en Balliol.






 CONSCIOUSNESS UNDER NITROUS OXIDE, WILLIAM JAMES, 1898.
Traducción: Mario Manjarrez

martes, 13 de marzo de 2018

David Nichols, científico de investigación con psicodélicos.


Dedicarse a la investigación científica con psicodélicos después de la prohibición de los sesentas, como dice aquí Nichols, era un un suicidio académico en el que se tenía todo que perder (y sobre todo en un país como Estados Unidos). Sin embargo, Nichols, entre otros pocos (muy pocos) científicos siguieron insistiendo aún teniendo en contra todas las políticas abusivas y opresivas. Nichols durante toda su carrera académica hasta su reciente retiro nunca abandonó la investigación con psicodélicos a pesar de todas las presiones políticas, económicas, etcétera. Creo que aquí se puede encontrar un ejemplo del verdadero espíritu científico (tan escaso en nuestros tiempos), aquel que ha entregado su vida a la búsqueda de la verdad, sin importar las consecuencias. Nuestro máximo reconocimiento.